El gas natural es el combustible fósil más limpio que existe y su uso contribuye a la mejorar calidad del aire de las ciudades.
El GNL es gas natural convertido a estado líquido luego de un proceso de enfriamiento a una temperatura de -160° Celsius. Se almacena en forma líquida a presión ambiente y ocupa aproximadamente 600 veces menos volumen que en su forma gaseosa. Esto permite trasladar, de manera económicamente viable, el GNL por distancias considerables de forma segura, sin perder sus características fundamentales.
El gas natural es una mezcla de hidrocarburos ligeros, que contiene entre un 92% y un 98% de metano (CH4) y proporciones menores de etano, propano, butano, nitrógeno y dióxido de carbono, entre otros.
El gas natural es sustancialmente más limpio que los demás combustibles fósiles. Por ejemplo, el siguiente gráfico muestra las emisiones atmosféricas de un vehículo de carga a gas natural versus un vehículo que opera con diésel. Como se puede apreciar, se logran reducciones del 100% de óxido de azufre, 90% de material particulado y óxido de nitrógeno, y del 65% de dióxido de carbono (Gases Efecto Invernadero (GEI)).
Por ello la importancia de incentivar la incorporación del gas natural vehicular en los buses, taxis y también en las flotas comerciales que circulan en las grandes ciudades. Además, el gas natural genera comparativamente menores emisiones de gases contaminantes locales (tales como SO2, NOx y MP) por unidad de energía producida.
El uso de gas natural en reemplazo de otros combustibles fósiles implica una reducción significativa de los niveles de emisiones, generando un beneficio directo a la comunidad mediante la mejora en la calidad del aire de las ciudades y entornos de las industrias que lo utilizan.
